El arte es digno de compartirse, como también de concientizar. No debemos tener ningún reproche al momento de definir nuestras prioridades profesionales. Quien desestima nuestro derecho a ejercer la labor como artistas, no ha experimentado la faceta constructiva de nuestra profesión. A nivel personal, la música evoluciona alrededor del contexto cultural y socioeconómico que habita en las sociedades. Es un llamado a entender la labor global que se experimenta dentro de esa época, interpretado desde una perspectiva abstracta, idónea, palpable en el sentido artístico de la palabra. El artista lidia con los estereotipos a diario, algunos de los más comunes son: bajo nivel socioeconómico, falta de higiene, vicios, poca integridad, sesgo discriminatorio por parte de la fuerza laboral, y demás. En la sociedad ecuatoriana prevalece por sobre toda discriminación, el pensamiento común de qué el arte no genera estabilidad económica. Un pensamiento vacío, sin fundamentos, estigmatizado por la med
Así es amigos, no hay verdad más cierta al laborar como artista de cualquier índole, debe ser nuestra comunidad en general empleo, no podemos depender de las facilidades que otorga el Estado ecuatoriano para ejercer nuestra profesión. Dentro de nuestra comunidad, disponemos de herramientas para expandir un mercado en vías de desarrollo. La industria musical se nutre de la permanencia demás miembros, se fomenta del trabajo colectivo, se construye bajo la premisa del idealismo comunitario, mas no individual. Espacios recurrentes que fomentan la difusión artística son limitados para la excesiva oferta de profesionales listos para ejercer. Es verdad con el arte se difunde, pero depende de nosotros que la difusión alcance el límite de su expansión dentro del territorio nacional como internacional. La discriminación, el sesgo, la crítica, el menosprecio, seguirán ahí. Ese es el menos importante de todos los retos que los artistas se ven inmersos a completar cotidianamente. El Estado ecuator